“Los pastores tenían que estar pendientes del ganado las 24 horas del
día sin disfrutar de un día festivo salvo en verano. Durante el día, aunque el
trabajo físico fuese poco, salvo en la época de “la pariera”, el aprisco y la
quesera, tenían que estar sometidos a las inclemencias del tiempo y por la
noche, durmiendo en el chozo, pendiente de los ladridos de los perros por si
venía el lobo.
Con el final de esta veintena,
acaba un ciclo histórico local en la forma de vida pastoril. En los años
siguientes, los pastores comenzaron a abandonar las majadas y vivían en el
pueblo con su familia. Encerraban las ovejas
por la noche y al pueblo. Al día
siguiente regresaban en moto, o como podían para soltarlas. Los lobos ya habían
desaparecido y ya no había que mudar a diario el corral porque el estiércol no
se aprovechaba.” Garrovillas de Alconétar 1940-1960, Teófilo Domínguez.
La típica majada de Garrovillas era una choza movible que consta de 5 piezas desmontables. Dentro de la choza se diferenciaban a derecha e izquierda las zonas donde dormían el matrimonio y los hijos respectivamente. Y en el centro el hogar, donde se hacía la lumbre para preparar la comida y calentar la estancia. En esta zona central se encontraban los útiles necesarios.
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