"La mayor tragedia de este siglo es la extinción de la cultura campesina, cultura milenaria e indefensa porque no está registrada en libros, sino en manos de la memoria y la transmisión oral"
Luis Landero

domingo, 19 de enero de 2014

LAS FRAGUAS

Teófilo Domínguez. Garrovillas de Alconétar 1940-1960:

   Las viejas fraguas, era el lugar donde se trabajaba el hierro y se preparaban las herramientas o utensilios metálicos usados en el agro local y otros menesteres. Los herreros eran artesanos, que siempre habían trabajado cualquier utensilio de hierro, pero en aquel tiempo, ya se centraron principalmente en servir a los labradores. Muchas herramientas, como azadas, hachas, clavos o púas de diversos tipos, azuelas, martillos, etc. ya venías de fábrica y no merecía la pena la fabricación artesanal ni el arreglo. Así que la principal clientela de los herreros, eran los labradores. De las fraguas habidas por entonces, recordamos una docena. Cada una tenía un herrero, que era el titular, y algún aprendiz, que en muchos casos podía ser algún descendiente.
   El herrero echaba al fuego unas paladas de carbón de brezo, se colocaba uno de labradores para soplar con los enormes fuelles para que se calentasen bien las piezas colocadas en el fuego. Cuando estaban al rojo vivo, el maestro cogía la pieza con la tenaza en una mano y el martillo en la otra, la colocaba sobre el yunque y a golpearla hasta darle forma. Cuando había gente suficiente, era auxiliado por un par de labradores, con un mallo o martillo grande cado uno. Coordinando sus golpes para no estorbarse.
    Las fraguas, como las demás actividades que servían a la agricultura, fueron decayendo en la misma proporción que iban emigrando los labradores y campesinos. Fueron cerrando y solo perduró la que se transformó en taller de carpintería metálica, como la de la familia Cordero en el Santo