Eran
los años de la “letra con sangre entra “. Se usaban los métodos
expeditivos por cualquier circunstancia. O bien porque el alumno no
supiera la lección, porque cometiera alguna travesura o porque dijera
una palabrota. Los métodos de estudio eran diferentes. Había que
memorizarlo todo. Se usaban el Nosotros y las viejas enciclopedias de
Dalmau Carles e Hijos de S. Rodríguez, de Burgos. No se efectuaban
exámenes. Las cartillas de escolaridad se implantaron allá por el curso
1955-56. Costaba 10 pesetas, por eso algunos alumnos dejaron de ir a
la escuela. El interés por la enseñanza, no era muy elevado en
términos generales. Tanto por parte de los alumnos, padres, parte del
profesorado y de la sociedad en general. Muchos padres no se preocupaban
de que sus hijos fuesen a la escuela… Los niños de aquella generación,
en su mayoría, incluso sin asistir a la escuela, como era el caso de los
pastores, no eran analfabetos, ya que los padres, cuando sabían, les
enseñaban, o durante el verano, iban a clases particulares a aprender
algo. Pero si tenían un bajo nivel cultural. El mayor grado de
analfabetismo infantil, se daba entre las clases de bajo nivel social,
porque muchos no asistían a la escuela… Un criterio muy extendido
entre la gente, era que los varones tenían que aprender a ller para
cuando se fueran a ser soldados pudieran escribir a la familia, pero las
chicas con ser mujeres de su casa era suficiente.
Extracto del libro “Garrovillas 1940-1960 de Alconétar” de Teófilo
Domínguez Declara
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