"La mayor tragedia de este siglo es la extinción de la cultura campesina, cultura milenaria e indefensa porque no está registrada en libros, sino en manos de la memoria y la transmisión oral"
Luis Landero

jueves, 28 de febrero de 2013

LOS HORNOS TEJEROS

"Las fábricas de tejas y ladrillos de las que disponemos en aquella época eran estos hornos, que son los que hay alrededor de las Albujeras y el que hay en la Cañada, junto a la carretera antes de llegar a los Villares a la izquierda. La verdad es que no se construían muchos tejados nuevos. En cambio, si se corrían mucho las goteras. 
   El motivo de estar ubicados próximos a las charcas, no era otro que tener el agua cerca, algo muy importante. La materia prima era la tierra y el agua. Con este binomio se formaba el barro sin otro componente. Traían la tierra de la Cañada y la mezclaban con una tierra arcillosa que iban a buscar en zona de Venero, cerca de Araya. En otras ocasiones fueron a la Mojea en busca de tierra arcillosa. El transporte era realizado sobre el lomo de los burros en serones de esparto. Para la fabricación de las tejas mezclaban ambas tierra, 2/3 de tierra normal y 1/3 de arcilla. Una vez habían juntado la tierra suficiente para una hornada, la amasaban bien, pisándola como la uva. Cuando la masa estaba lista procedían a moldearlos y colocarlos a secar. El molde del ladrillo era un simple cajón de madera de forma rectangular, abierta por arriba y por abajo y el de la teja es una pieza con base ovalada llamada galápago, sobre el cual se le da forma a la misma.

  Para elaborar las tejas hay que tener un cierto tacto. Una vez secas las piezas, se colocaban en el horno para cocerlos adecuadamente. El combustible para el horno podía ser: escobas, tomillos o jaras. La capacidad de estos hornos, oscilaba entre los 8000 y 10000 ladrillos o 2000 ó 3000 tejas. La duración de una hornada entre un mínimo de 14 horas y un máximo de 24. Esto dependía del tamaño del horno y de la cantidad de piezas a cocer. Desde que se preparaba la tierra hasta que se descargaba el horno pasaba un mes. Toda la familia trabajaba de sol a sol, incluido los chiquillos. Cada hornada se llevaba entre 1000 y 1200 horas, lo que suponía unas 150 jornadas de 8 horas cada una. 
   Normalmente, esta era una actividad estival, desde junio a septiembre, porque en verano el material se secaba antes y la lluvia no les estropeaba las piezas.” Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.















 

martes, 19 de febrero de 2013

LAS ALMENDRAS

   "La recolección de la almendra generaba muy pocos jornales. Los almendros se concentraban mayormente en los tapados, cuya propiedad está  muy fraccionada y son fincas muy pequeñas. Algunos almendrales de mayor superficie y otros repartidos por diversos lugares, se fueron abandonando y desapareciendo, como los de las Viñas o Cuestas de Araya. Por este motivo, las almendras eran recogidas por los propietarios, salvo raras excepciones. Septiembre es el mes de la recolección. La producción ha sido siempre muy variable.
   Lo que si generaba muchas horas de trabajo, pero poco dinero, era la función de partirlas. Nada más recolectar las almendras, cada propietario cogía gente para partirlas. El lugar elegido podía ser en el corral, o en el medio de casa. Había quien compraba almendras y una vez partidas las vendían. Esta función la realizaban las mujeres y los niños. Pero había que dar muchos golpes y partir muchas piezas para conseguir un kilo de pipas. Era necesario romper pocas pipas y comer menos.
   La técnica era muy rudimentaria. Se sentaban en el suelo con una piedra entre las piernas, un pedazo de hierro para golpearlas y un pote para echar las pipas.
   Este producto se consumía poco en la Villa. Solían venir a  comprarla  de la parte de Alicante, donde se comercializaba mucho para turrones chocolates y otros." Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.






viernes, 15 de febrero de 2013

LAS CARPINTERÍAS



  " Esta rama de la  industria local, al igual que las demás, tuvo su decadencia en los años de la diáspora. Prescindiendo de su capacidad productiva, tecnológica o especialización, todos los talleres, de este gremio de la madera, a los que llamábamos simplemente carpinterías, comenzaron su travesía del desierto.

    Todo cuanto se producía era para el consumo local. Siempre  había quien estaba más especializado, pero la mayoría de los carpinteros hacían de todo. Era un trabajo artesanal. Entonces no se trabajaba en serie. Lo mismo fabricaban un ataúd, que una puerta, una camilla o cualquier otra cosa. Alguno  era más ebanista que carpintero. Los había que tradicionalmente construían las barcas  y los barcos de pesca.

   Sobra decir, que la madera de pino, muy abundante como queda dicho, era  la materia prima de la que consumían estos profesionales."
 Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.






jueves, 14 de febrero de 2013

ARQUEOLOGÍA II






   La zona del Arroyo Guadancil, el cerro Garrote, la desembocadura del Almonte, así como las márgenes del Tajo, fueron asentamientos humanos desde la Prehistoria. Prueba de ello son los múltiples hallazgos arqueológicos encontrados en la zona de Alconétar. Cabe destacar el Ídolo de Alconétar, hallado en el Arroyo Guadancil, hoy en el Museo Arqueológico de Cáceres. La espada de Alconétar, hallada en 1931 en el fondo del Tajo, depositada en el Museo Arqueológico Nacional. Así como muchos objetos menores encontrados en los dólmenes del Guadancil. No olvidemos que más tarde pasó por allí la calzada romana que unía Astorga con Mérida, la construcción del puente para salvar el Tajo; siglos más tarde se erigió el Castillo, cuyos restos son la Torre de Floripes. También hay que destacar unos kilómetros más allá (en dirección al Casar de Cáceres, en el término municipal de Garrovillas) los miliarios romanos almacenados justo al lado de la Ruta de la Plata.




















 

miércoles, 13 de febrero de 2013

PASTORES Y MAJADAS II




   “Los pastores tenían que estar pendientes del ganado las 24 horas del día sin disfrutar de un día festivo salvo en verano. Durante el día, aunque el trabajo físico fuese poco, salvo en la época de “la pariera”, el aprisco y la quesera, tenían que estar sometidos a las inclemencias del tiempo y por la noche, durmiendo en el chozo, pendiente de los ladridos de los perros por si venía el lobo.
    Con el final de esta veintena, acaba un ciclo histórico local en la forma de vida pastoril. En los años siguientes, los pastores comenzaron a abandonar las majadas y vivían en el pueblo con su familia. Encerraban las ovejas  por la noche y al pueblo.  Al día siguiente regresaban en moto, o como podían para soltarlas. Los lobos ya habían desaparecido y ya no había que mudar a diario el corral porque el estiércol no se aprovechaba.” Garrovillas de Alconétar 1940-1960, Teófilo Domínguez.

    La típica majada de Garrovillas era una choza movible que consta de 5 piezas desmontables. Dentro de la choza se diferenciaban a derecha e izquierda las zonas donde dormían el matrimonio y los hijos respectivamente. Y en el centro el hogar, donde se hacía la lumbre para preparar la comida y calentar la estancia. En esta zona central se encontraban los útiles necesarios.