Lo que si generaba
muchas horas de trabajo, pero poco dinero, era la función de partirlas. Nada más
recolectar las almendras, cada propietario cogía gente para partirlas. El lugar
elegido podía ser en el corral, o en el medio de casa. Había quien compraba
almendras y una vez partidas las vendían. Esta función la realizaban las mujeres
y los niños. Pero había que dar muchos golpes y partir muchas piezas para
conseguir un kilo de pipas. Era necesario romper pocas pipas y comer menos.
La técnica era muy
rudimentaria. Se sentaban en el suelo con una piedra entre las piernas, un
pedazo de hierro para golpearlas y un pote para echar las pipas.
Este producto se
consumía poco en la Villa. Solían venir a
comprarla de la parte de
Alicante, donde se comercializaba mucho para turrones chocolates y otros." Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.
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