Blog del Museo Etnográfico "El Silo" de Garrovillas de Alconétar. Horario:Sábados y domingos 12 a 13.30 H. Para concertar visitas en días laborales contactar con los teléfonos 692104986 / 606608907
"La mayor tragedia de este siglo es la extinción de la cultura campesina, cultura milenaria e indefensa porque no está registrada en libros, sino en manos de la memoria y la transmisión oral"
Luis Landero
domingo, 15 de diciembre de 2013
PARAÍSO DEL AGUA.
PROGRAMA DE LA SERIE "EXTREMADURA DESDE EL AIRE" DE CANAL EXTREMADURA TV
miércoles, 27 de noviembre de 2013
LOS PASTORES. José Luis Marcos en TV
“Los pastores tenían que estar pendientes del ganado las 24 horas del día sin disfrutar de un día festivo salvo en verano. Durante el día, aunque el trabajo físico fuese poco, salvo en la época de “la pariera”, el aprisco y la quesera. Tenían que estar sometidos a las inclemencias del tiempo y por la noche, durmiendo en el chozo, pendiente de los ladridos de los perros por si venía el lobo.”
Garrovillas de Alconétar 1940-1960, Teófilo Domínguez.
Por suerte, este oficio es menos duro que años atrás, pero aún así en esta profesión cuenta mucho la experiencia y la sabiduria transmitida durante generaciones.
jueves, 21 de noviembre de 2013
Ruta de la plata
Extracto del programa Ruta de la Plata, emitido hace años en la 2 de Tve.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Pueblerina
<"Pueblerina" en un documental realizado por el garrovillano Luis Jiménez Cerrada en Agosto de 1948, en esta joya cinematográfica podemos ver como era la vida cotidiana, las fiestas o los monumentos de nuestro pueblo a mediados del siglo XX. Gracias a la gentileza de los familiares de Luis Jiménez desde hoy contamos en la red con un documento de gran valor antropológico.>
jueves, 17 de octubre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
"LOS AGUAORES"
Los “aguaores” era un oficio indispensable
en aquellos años; aunque muchas casas disponían de pozos, este agua (llamada
“de gastar”) la mayoría de la veces no era apta para el consumo humano, siendo
necesario traerla de manantíos o pozos cuya calidad de agua era garantizada.
Con el tiempo se pasó de repartir el agua en bestias a repartirla en cubas en un tractor, hasta que ya en los años
setenta se instaló la red de agua potable, quedando este oficio relegado al
olvido y sólo recordado por los motes (“aguaor, aguaora”) que aún perviven en
el pueblo.
domingo, 22 de septiembre de 2013
IX MUESTRA ETNOGRÁFICA EN VIVO
Una vez más se desarrolló la Muestra Etnográfica en Vivo,
coincidiendo con la Feria de San Mateo, muy importante en aquellos años como
feria ganadera, para la compra de enseres y esparcimiento en las atracciones y espectáculos
de la época.
Ya vamos por la IX edición, siendo como en años anteriores
un éxito a juzgar por los expositores que nos han visitado, la afluencia de
público y las imágenes difundidas en la red. Por ello queremos agradecer a los figurantes, colaboradores y
organizadores su labor desinteresada sin la cual no sería posible este tipo de
eventos.
FOTOS MUESTRA ETNOGRÁFICA
FOTOS MUESTRA ETNOGRÁFICA
sábado, 14 de septiembre de 2013
LA FERIA
La feria era la fiesta que más gente concentraba en Garrovillas, Venían personas de todos los lugares de la provincia y allende la misma, siendo los pueblos cercanso los que más gente aportaban.
El comienzo oficial era el día de San Mateo, 21 de septiembre. Duraba tres días. Antes de la guerra duraba hasta cuatro. Era una feria eminentemente ganadera, como correspondía a la época, en la que se compraban y vendían toda clase de ganado: cerdos, ovejas, cabras, vacas, mulos, caballos, asnos, etc.
El comienzo oficial era el día de San Mateo, 21 de septiembre. Duraba tres días. Antes de la guerra duraba hasta cuatro. Era una feria eminentemente ganadera, como correspondía a la época, en la que se compraban y vendían toda clase de ganado: cerdos, ovejas, cabras, vacas, mulos, caballos, asnos, etc.
Nuestra Plaza era el epicentro en torno al cual giraba la
feria, como lo había sido el mes anterior con los toros. En ella se asentaban
las atracciones propias de la época, no eran tan sofisticadas y voluminosas
como las de hoy. Solían ser voladoras, columpios, noria, caballitos y a veces
el tren de la bruja.
De todas las fiestas locales, la feria era la que más
agradaba a la infancia. No siempre los niños disponían de la perra gorda, la
peseta o el duro, depende del año, que costaba el viaje.
Por las tardes, la Plaza se ponía de bote en bote de
garrovillanos y forasteros, que se acercaban a ella para pasear y disfrutar del
ambiente festivo. Otro de los alicientes de animación eran los altavoces de las
atracciones que cantaban las canciones de moda en cada momento.
La Avenida de la Soledad, que aún era calleja, se ponía
tan llena de gente que era literalmente imposible dar un paseo desde la Plaza hasta la Soledad.
A raíz de la guerra la feria decayó mucho, se volvió a
recuperar tras los primeros años. Pero ya no fue igual.
Extracto del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960 de Teófilo
Domínguez.
martes, 27 de agosto de 2013
PIEZA DEL MES
PIEZA
DEL MES
EQUIPO DE REVELADO DE FOTOGRAFÍA
Este equipo ha sido
compuesto gracias a las donaciones hechas por Julio Saavedra Gutiérrez,
Federico Trullás Figueras y Norberto Díez González. Agradecemos asimismo la
información aportada por Wifredo López Vecino.
Antes de la fotografía
digital, la que ahora hacemos con una pequeña máquina, o con el teléfono móvil
y que podemos ver en un instante, la fotografía requería un largo y minucioso
proceso. Los dispositivos que aquí se muestran son los correspondientes a un
laboratorio de aficionado para revelado de fotografías, normalmente en blanco y
negro, ya que las fotos en color se enviaban a laboratorios especializados. En
uno u otro caso el proceso era muy similar.
Se adquiría un “carrete” (1) en blanco y negro (que solían ser de 36 fotos) se cargaba la cámara
y se comenzaba a disparar, sin que se pudiera ver la foto que acabábamos de
hacer. El carrete era un rollo de celuloide impregnado de una sustancia que se
oscurecía con la luz. La máquina de fotos mantenía a oscuras el carrete, hasta
que se abría el diagrama durante un tiempo determinado. Cuanto más oscuro
estuviera el objeto a fotografiar, mayor debería ser la abertura del diafragma
y deberíamos mantenerlo abierto durante más tiempo (en la mayoría de los casos centésimas
de segundo). En cada foto, la luz reflejada por los objetos claros oscurecían
más la película y, por el contrario los objetos oscuros reflejaban menos luz y
la película permanecía más clara. Por eso se llamaba negativo,
Una vez disparadas las 36
fotos, el aficionado se metía en un cuarto totalmente oscuro y a tientas sacaba
el rollo de celuloide del carrete y lo introducía por las ranuras del tanque para revelado de negativos
(2). Se trata de un recipiente con
una tapa especial que una vez cerrada, permite el llenado y vaciado de líquidos
sin que en su interior entre la luz.
Se cerraba el tanque y se
introducía un líquido revelador
(6), que mantendríamos en su
interior durante un tiempo controlado con el reloj temporizador (3)
y a una temperatura determinada; después se vaciaba, se llenaba con agua para
eliminar sobrantes, se volvía a vaciar y a llenar, esta vez con un líquido fijador (6) y finalmente se volvía a lavar. Después
se colgaba a secar, sujeto por una pinza.
El negativo estaba revelado;
ya se podía dar la luz y comprobar el aspecto de nuestro trabajo. Si las
imágenes eran nítidas cabía esperar un buen resultado final, de lo contrario se
habrían perdido 36 ilusiones.
Actualmente las fotos están
en un archivo, y para tenerlas en un papel y enmarcarlas, es necesario imprimirlas.
En la fotografía “clásica” había que proyectar la imagen contenida en el
negativo sobre un papel especial que estaba impregnado de una capa que se
oscurecía con la luz: Cuanto más luz recibiera más oscuro se pondría. Así las
zonas más oscuras del negativo (que correspondían a los objetos reales más
claros) quedarían menos iluminadas en el papel y se oscurecerían menos, devolviendo
así a la imagen su contraste real. La imagen
quedaba “positivada”.
Este proceso solo se podía
hacer con la luz que daba una lámpara
roja (9).
Se elegía la foto a
positivar, y se introducía en el portanegativos de la ampliadora (4). Se proyectaba la imagen sobre la recuadradora (5), y se enfocaba desplazando la ampliadora hacia arriba o hacia abajo y
girando su objetivo. De nuevo era como hacer otra foto,
esta vez sobre el papel, porque como al principio, había que calcular la
abertura del diafragma del objetivo y el tiempo de exposición. Del buen ojo del
fotógrafo y de su experiencia, dependía que el resultado se consiguiera con
mínimos intentos. Se sacaba el papel fotográfico (8) del sobre o de la caja donde se guardaban envueltos en papel
negro para evitar la luz y se colocaba en la recuadradora y sobre él se
proyectaba el negativo.
Ahora había que hacer otro
proceso de revelado-lavado-fijado-lavado, similar al que se hizo con el
negativo. Para ello había que utilizar cubetas,
pinzas, probetas y termómetros (7).En
cada cubeta había un líquido diferente y el orden era fundamental para evitar
confusiones y perder todo el trabajo.
Después de lavada la foto se
ponía a secar en la esmaltadora-secadora
(10), que dispone de una plancha de metal pulido, sobre la que se
ponían, boca a abajo, las fotos que se quería que tuvieran brillo.
Finalmente los negativos se
cortaban en tiras de unos 20 centímetros y se guardaban en sobres-porta-negativos (11)
donde permanecían protegidos.
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