"Las fábricas de tejas y ladrillos de las que disponemos en aquella época eran estos hornos, que son los que hay alrededor de las Albujeras y el que hay en la Cañada, junto a la carretera antes de llegar a los Villares a la izquierda. La verdad es que no se construían muchos tejados nuevos. En cambio, si se corrían mucho las goteras.
El motivo de estar ubicados próximos a las charcas, no era otro que tener el agua cerca, algo muy importante. La materia prima era la tierra y el agua. Con este binomio se formaba el barro sin otro componente. Traían la tierra de la Cañada y la mezclaban con una tierra arcillosa que iban a buscar en zona de Venero, cerca de Araya. En otras ocasiones fueron a la Mojea en busca de tierra arcillosa. El transporte era realizado sobre el lomo de los burros en serones de esparto. Para la fabricación de las tejas mezclaban ambas tierra, 2/3 de tierra normal y 1/3 de arcilla. Una vez habían juntado la tierra suficiente para una hornada, la amasaban bien, pisándola como la uva. Cuando la masa estaba lista procedían a moldearlos y colocarlos a secar. El molde del ladrillo era un simple cajón de madera de forma rectangular, abierta por arriba y por abajo y el de la teja es una pieza con base ovalada llamada galápago, sobre el cual se le da forma a la misma.
Para elaborar las tejas hay que tener un cierto tacto. Una vez secas las piezas, se colocaban en el horno para cocerlos adecuadamente. El combustible para el horno podía ser: escobas, tomillos o jaras.
La capacidad de estos hornos, oscilaba entre los 8000 y 10000 ladrillos o 2000 ó 3000 tejas. La duración de una hornada entre un mínimo de 14 horas y un máximo de 24. Esto dependía del tamaño del horno y de la cantidad de piezas a cocer.
Desde que se preparaba la tierra hasta que se descargaba el horno pasaba un mes. Toda la familia trabajaba de sol a sol, incluido los chiquillos. Cada hornada se llevaba entre 1000 y 1200 horas, lo que suponía unas 150 jornadas de 8 horas cada una.
Normalmente, esta era una actividad estival, desde junio a septiembre, porque en verano el material se secaba antes y la lluvia no les estropeaba las piezas.”
Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.
Blog del Museo Etnográfico "El Silo" de Garrovillas de Alconétar. Horario:Sábados y domingos 12 a 13.30 H. Para concertar visitas en días laborales contactar con los teléfonos 692104986 / 606608907
"La mayor tragedia de este siglo es la extinción de la cultura campesina, cultura milenaria e indefensa porque no está registrada en libros, sino en manos de la memoria y la transmisión oral"
Luis Landero
jueves, 28 de febrero de 2013
martes, 19 de febrero de 2013
LAS ALMENDRAS
"La recolección de
la almendra generaba muy pocos jornales. Los almendros se concentraban mayormente
en los tapados, cuya propiedad está muy
fraccionada y son fincas muy pequeñas. Algunos almendrales de mayor superficie
y otros repartidos por diversos lugares, se fueron abandonando y desapareciendo,
como los de las Viñas o Cuestas de Araya. Por este motivo, las almendras eran
recogidas por los propietarios, salvo raras excepciones. Septiembre es el mes
de la recolección. La producción ha sido siempre muy variable.
Lo que si generaba
muchas horas de trabajo, pero poco dinero, era la función de partirlas. Nada más
recolectar las almendras, cada propietario cogía gente para partirlas. El lugar
elegido podía ser en el corral, o en el medio de casa. Había quien compraba
almendras y una vez partidas las vendían. Esta función la realizaban las mujeres
y los niños. Pero había que dar muchos golpes y partir muchas piezas para
conseguir un kilo de pipas. Era necesario romper pocas pipas y comer menos.
La técnica era muy
rudimentaria. Se sentaban en el suelo con una piedra entre las piernas, un
pedazo de hierro para golpearlas y un pote para echar las pipas.
Este producto se
consumía poco en la Villa. Solían venir a
comprarla de la parte de
Alicante, donde se comercializaba mucho para turrones chocolates y otros." Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.
viernes, 15 de febrero de 2013
LAS CARPINTERÍAS
" Esta rama de la industria local, al igual que las demás, tuvo
su decadencia en los años de la diáspora. Prescindiendo de su capacidad
productiva, tecnológica o especialización, todos los talleres, de este gremio
de la madera, a los que llamábamos simplemente carpinterías, comenzaron su
travesía del desierto.
Todo cuanto se producía
era para el consumo local. Siempre había
quien estaba más especializado, pero la mayoría de los carpinteros hacían de
todo. Era un trabajo artesanal. Entonces no se trabajaba en serie. Lo mismo fabricaban
un ataúd, que una puerta, una camilla o cualquier otra cosa. Alguno era más ebanista que carpintero. Los había que
tradicionalmente construían las barcas y
los barcos de pesca.
Sobra decir, que la
madera de pino, muy abundante como queda dicho, era la materia prima de la que consumían estos
profesionales."
Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.
Del libro Garrovillas de Alconétar 1940-1960. Teófilo Domínguez.
jueves, 14 de febrero de 2013
ARQUEOLOGÍA II
La zona del Arroyo Guadancil, el cerro Garrote, la desembocadura del
Almonte, así como las márgenes del Tajo, fueron asentamientos humanos desde la
Prehistoria. Prueba de ello son los múltiples hallazgos arqueológicos
encontrados en la zona de Alconétar. Cabe destacar el Ídolo de Alconétar,
hallado en el Arroyo Guadancil, hoy en el Museo Arqueológico de Cáceres. La
espada de Alconétar, hallada en 1931 en el fondo del Tajo, depositada en el
Museo Arqueológico Nacional. Así como muchos objetos menores encontrados en los
dólmenes del Guadancil. No olvidemos que más tarde pasó por allí la calzada
romana que unía Astorga con Mérida, la construcción del puente para salvar el
Tajo; siglos más tarde se erigió el Castillo, cuyos restos son la Torre de
Floripes. También hay que destacar unos kilómetros más allá (en dirección al
Casar de Cáceres, en el término municipal de Garrovillas) los miliarios romanos
almacenados justo al lado de la Ruta de la Plata.


miércoles, 13 de febrero de 2013
PASTORES Y MAJADAS II
“Los pastores tenían que estar pendientes del ganado las 24 horas del
día sin disfrutar de un día festivo salvo en verano. Durante el día, aunque el
trabajo físico fuese poco, salvo en la época de “la pariera”, el aprisco y la
quesera, tenían que estar sometidos a las inclemencias del tiempo y por la
noche, durmiendo en el chozo, pendiente de los ladridos de los perros por si
venía el lobo.
Con el final de esta veintena,
acaba un ciclo histórico local en la forma de vida pastoril. En los años
siguientes, los pastores comenzaron a abandonar las majadas y vivían en el
pueblo con su familia. Encerraban las ovejas
por la noche y al pueblo. Al día
siguiente regresaban en moto, o como podían para soltarlas. Los lobos ya habían
desaparecido y ya no había que mudar a diario el corral porque el estiércol no
se aprovechaba.” Garrovillas de Alconétar 1940-1960, Teófilo Domínguez.
La típica majada de Garrovillas era una choza movible que consta de 5 piezas desmontables. Dentro de la choza se diferenciaban a derecha e izquierda las zonas donde dormían el matrimonio y los hijos respectivamente. Y en el centro el hogar, donde se hacía la lumbre para preparar la comida y calentar la estancia. En esta zona central se encontraban los útiles necesarios.
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